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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Las pandemias que han sacudido a Castellón, las rogativas al Santo Sepulcro y la veneración a Lledó

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La Magdalena se transformaba en lugar de cuarentena para evitar los contagios de la población de la peste o el cólera 

Las pandemias han azotado a la ciudad en diferentes momentos de su historia, las más graves fueron las pestes, el cólera, las fiebres y la gripe. En esas situaciones, la Magdalena se convertía en lugar de cuarentena, se cerraba la ciudad, se suspendían todas las actividades, y se realizaban procesiones y rogativas. La veneración al Santo Sepulcro o a la Virgen de Lledó, fue siempre fundamental para rogar por la salud o para celebrar el final de las enfermedades.

Esperanza Molina/ Castellón Información

A lo largo de la historia, la provincia de Castellón ha vivido numerosas pandemias que llegaron a diezmar la población y provocaron medidas especiales para evitar los contagios: Peste, fiebres, cólera, tercianas y la mal llamada gripe española.

A algunas no se les dio importancia hasta que la mortandad fue en aumento. Y en muchas de ellas, además de los esfuerzos humanos se recurrió también a la protección divina, para poder recobrar la salud.

La mayoría de estas epidemias están relacionadas con algunos de los cultos religiosos más arraigados de Castelló, y muchos de ellos, directamente vinculados con el Santo Sepulcro, y con la Mare de Deu de Lledó.

Toda ayuda de los cielos era poca para frenar situaciones que se llevaban por delante familias enteras.

Los historiadores de Castellón relacionan cultos como la Romería de la Magdalena o la ampliación de Lledó con la Peste Negra del siglo XIV;  o la creencia del cólera como un castigo divino.

Procesion del entierro Castellon viernes santo 2017 6

Pero lo que también llama mucho la atención, más aún en un Viernes Santo, es la devoción al Santo Sepulcro que se paseaba en procesión para pedir que cesaran los males o para celebrar que se habían erradicado. Tanto en situaciones de pandemias, sequias, y lluvias torrenciales.

En esta ocasión y con el coronavirus ‘en casa’, el Santo Sepulcro solo podrá ser honrado desde la distancia al haberse suprimidos los actos de Semana Santa.

Si hay un detalle que también es significativo, es que cada vez que Castelló atravesaba una pandemia, los 'sospechosos'   eran enviados a la Magdalena para que pasaran la cuarentena y no pudieran contagiar al resto de la población.

La mayoría de estas enfermedades coincidían con sequías, hambrunas, guerras y miseria. Los médicos resultaban insuficientes, los hospitales también, las enfermedades resultaban desconocidas, se recurría a todo tipo de remedios y se instalaba el miedo entre la población.

Las medidas más habituales consistían en cerrar la ciudad, controlar la movilidad, confinar a los vecinos, e incluso emitir bandos en los que se penalizaba el incumplimiento de estas medidas.

Del siglo XIV hasta ahora, las cosas no han cambiado tanto.

La Peste Negra y la Romería a la Magdalena

Ermita de la Magdalena

La Peste Negra o peste bubónica fue una enfermedad que asoló Europa en el siglo XIV. Era una enfermedad que portaban las ratas y se transmitía a los humanos a través de las picaduras de las pulgas.

En aquella primera era de la globalización, la pandemia no dejó títere con cabeza. Las ratas estaban en todas partes y propagaron la enfermedad a lo largo de todo el mundo conocido.

La peste negra se cebó sobre la población de la capital de la Plana y la provincia entre 1348 y 1350, con varios rebrotes posteriores en 1352, aunque no llegó a causar tantos estragos como en 1357, e incluso, 30 años más tarde. Según los historiadores, el impacto en la capital de la Plana fue rotundo, por cuanto pasó de 3.900 a 3.50 habitantes.

Para hacer frente a los enfermos, Guillem de Trullols puso en marcha un hospital con 10 camas en su propia casa.

La primera vez que se tiene datada la Romeria de les Canyes, como una procesión penitencial, fue precisamente a mediados del siglo XIV. Y así queda reflejado en documentos oficiales que ya refieren la procesión al Castell Vell. Documentos que posteriormente han servido para poder datar la antigüedad de la Romería de les Canyes y su reconocimiento como Bien Inmaterial Cultural (BIC)

La peste y la devoción a Lledó

Basilica del Lledó II

Una de las consecuencias de aquella pandemia fue la huida de las ciudades de quienes podían hacerlo. Entre las muertes y los traslados, se generó una notable despoblación del término municipal.

En 1366, un agricultor, Perot de Granyana había descubierto la primera imagen de la Mare de Déu de Lledó, que pronto se convirtió en un lugar de devoción y peregrinación.

Pese a la mortandad y la despoblación, en 1394, los jurados de la ciudad decidieron ampliar la iglesia de Lledó para que fuera capaz de albergar a las personas que acudían a ella en romería. Y en 1404 el Consell conminaba a los castellonenses al ayuno y a peregrinar descalzos al santuario de Lledó.

En 1507 la peste volvió a manifestarse. Las puertas de la ciudad se cerraron y los guardias vigilaron las entradas y las salidas.

Este proceder se fue repitiendo a lo largo de los siglos, y bastaba con que hubiera sospecha o conocimiento de que alguna de las enfermedades multiplicara el número de defunciones en poblaciones cercanas, para que se establecieran rigurosos cinturones sanitarios

La peste del siglo XVII: muerte, terror y miseria

La irrupción de la peste a mediados del siglo XVII vuelve a ser relatada con todo lujo de detalles por el historiador Balbás, que la sitúa en Castellón entre 1647 y 1650. Aquella enfermedad llegó a producir una mortandad terrible y un terror inimaginable hasta aquel momento. La ciudad se cerró a cal y canto, se construyeron hospitales y cementerio para los apestados, cuarentenas en la Magdalena; bandos que prohibían salir de casa, comprar o vender alimentos, falta de médicos e incluso falta de enterradores.

El culto a San Cristóbal, patrón de Castelló

Después de una etapa aterradora, en 1652 la ciudad declaró el final de la epidemia de la peste. Los fallecimientos cesaron el 8 de julio, día de San Cristóbal, que desde entonces fue ensalzado como patrón de la ciudad.

El culto al santo fue respaldado por la entidad municipal, que decidió conmemorar cada año el día de San Cristóbal con fiesta y celebraciones. También a San Cristobal se rogaría por otras afecciones, como las fiebres o las tercianas.

Pero Castellón no salía de una pandemia cuando llegaba otra.

El cultivo del arroz fue prohibido en diferentes momentos de la historia, porque se relacionaba con el brote de las fiebres y el paludismo. No fue sino hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX cuando se promocionó su cultivo, ya libre de culpas.

El cólera y sus trágicas consecuencias

Pero si las pestes fueron duras para la ciudad y la provincia, el cólera fue una pesadilla a mediados del XIX.

Algunos llegaron a considerar el cólera como un castigo divino. De nuevo, Castellón estaba inmerso en guerras. Unas veces por sequía y otras por lluvias torrenciales, las cosechas no siempre garantizaban el sustento suficiente para la población y las condiciones higiénicas y sanitarias eran inexistentes.

La epidemia irrumpió en la provincia con toda su fuerza en 1834 . “La prensa acusó a los carlistas a los frailes de haber envenenado las aguas, en complicidad con el carlismo, y las turbas amotinadas asesinaron, en julio de 1834, a más de 80 religiosos, iniciándose una escalada contra los conventos a nivel de todo el estado” (Gascó – 2007, P- 269).

La pandemia  llegó a generar más de una veintena de fallecimientos diarios en Vila-real y Castellón, donde se habilitó como lazareto el convento de San Francisco.

Una vez más el Ayuntamiento emitió bandos, cerró las poblaciones, estableció una situación e vigilancia sobre vivienda y comunidades. Y fue también entonces cuando se dictaron nuevas normas para enterrar a los fallecidos, a causa del morbo, en el nuevo cementerio del Calvario.

El cólera llegaba en oleadas. Entre 1854 y 1855 la enfermedad volvió a recrudecerse en la provincia, especialmente durante el verano.  En Vila-real el cólera fue declarado oficialmente el 4 de octubre de 1854. Según Balbás, se produjeron más de 386 muertes en Castellón entre octubre y diciembre de ese año. En 1855 el Palacio del Obispo llegaría a utilizarse como hospital.

Y de nuevo, la misma enfermedad volvió a irrumpir a finales del verano de 1884. Para evitar contagios se creó un cordón sanitario en la ciudad y se dispuso la casa prioral del Lledó como dispensario de observación y confinamiento de los posibles infectados, además de dos almacenes de la carretera de l’Alcora.

La vacuna fue descubierta por el médico de Tortosa Jaime Ferrán, en enero de 1885, aunque todavía hubo de pasar algún tiempo para que fuera aceptada por médicos y autoridades que discrepaban sobre su efectividad.

El sarampión y la mortandad infantil

Otra de las enfermedades que causó estragos en Castelló, especialmente entre los niños, fue el sarampión. Solo entre diciembre y enero de 1886, generó 317 muertes entre los más pequeños.

El siglo XIX llegaba a su fin, pero todavía la población de Castelló hubo de soportar un brote de gripe, también con consecuencias funestas en 1890.

‘La cucaracha’ o la mal llamada Gripe Española

Iniciado el siglo XX, la pandemia más grave que se recuerda es la mal llamada ‘Gripe Española’, conocida en Castellón como ‘La cucaracha’, producida por el virus H1N1 de la gripe aviar, que se transmitió también a las personas.

Fallecieron 2.000 personas en la provincia.

El Santo sepulcro y la Cofradía de la Sangre

Castellón, Viernes Santo, procesión Santo Entierro

Además de las procesiones penitenciales como La Romería de les Canyes, o la devoción a Lledó, el pueblo de Castelló ha mantenido también otras tradiciones religiosas muy arraigadas. Una de ellas es la que tiene que ver con la Cofradía de la Sangre y con la imagen del Santo Sepulcro.

Fundada en 1548 como una organización gremial, la Cofradía de la Sangre tuvo una implantación religiosa y social, ya que sus fines figura el culto a la Pasión y las procesiones penitenciales, pero también la asistencia hospitalaria. Tal como cuenta el cronista de la ciudad Antonio Gascó, en marzo de 1565 la congregación, mudó su asentamiento, de modo definitivo, para llevar a cabo su labor de asistencia sanitaria, al Hospital de Trullols, que se ubicaba donde hoy se encuentra la capilla adosada al palacio de la Diputación Provincial.

La figura del Santo Sepulcro despierta una especial veneración a la imagen del Santo Sepulcro. Tanto es así, que los castellonenses paseaban la imagen en procesión para rogarle en los momentos más dificultosos o para mostrar su agradecimiento cuando los males habían pasado.

Solo en 'El Libro de la Provincia de Ccastellón' de Balbás hay recogidas más de 25 referencias a la Cofradía y el Santo Sepulcro, y más de 20 a los traslados que realizaba la imagen desde su capilla a la Concatedral, o de la Concatedral a su capilla por diferentes motivos: Los temporales las sequías o las epidemias y enfermedades.

Una de las primeras referencias relacionada la peste en Castelló, es la que se realiza el 3 de septiembre de 1714: “En Castellón es conducido en procesión solemne el Santo Sepulcro desde la iglesia de la Sangre a la Mayor, en donde se celebraron grandes funciones en acción de gracias, por haber cesado las enfermedades que afligían este país, siendo devuelto a su capilla de la Sangre el día 21 de este mismo mes”.

O la datada el 3 de abril de 1804: “Es trasladado el Santo Sepulcro en procesión solemne de la iglesia de la Sangre a la Mayo, a causa de la terrible epidemia que afligía a estos reinos. En esta villa la consternación era grande, habían muerto ya tres médicos…”

El 27 de abril de 1835, relata Balbás: “Trasladanse en Castellón con gran solemnidad dl santo Sepulcro, a la Iglesia de la Sangre y la Virgen de Lidón a su ermitorio. Ambas imágenes estaban en la Iglesia Mayor ya hacía tres años a causa del cólera morbo