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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

El sabor del paseo en la boca de los niños después de 44 días de confinamiento por el coronavirus

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Los más pequeños han podido disfrutar de las calles de sus ciudades con una mezcla de emoción y de miedo en su rostro

La mañana del domingo ha amanecido con niños y niñas deseando conquistar las calles con sus patines y bicicletas. Los nervios han atenazado sus mentes esta noche ante la perspectiva de poder probar el sol otra vez: “Hoy casi no he podido dormir porque tenía muchas ganas de salir”, ha confesado en medio de la calle una niña de unos doce años a su hermana mayor. La jornada del domingo ha estado manchada de expectativas ante la puerta de muchos hogares: los adultos tratando de ajustar la mascarilla a los más pequeños y los niños y niñas, por su parte, con una media sensación de emoción y miedo porque “el virus está fuera”. 

Tàrsila Galdón/Castellón Información

Pero la gran notícia está llegando: falta muy poco para poder disfrutar de medidas más relajadas. El presidente del gobierno anunciaba ayer que a partir del dos de mayo toda la familia podrá disfrutar de los paseos. Además, también se podrá salir a hacer deporte de forma individual. El fin del confinamiento está llegando y los primeros en poder disfrutarlo han sido los niños.

La cuarentena se ha cebado, de hecho, con los más mayores y también con los niños, quienes no han podido salir desde que se decretó el Estado de Alarma en España. Por ello, todos los españoles han acogido con ilusión esta nueva medida de flexibilidad que permite salir a los niños menores de catorce una hora, con sólo un adulto y a un kilómetro como máximo lejos de su domicilio.

Vila-real paseo niños

Los paseos ahora han adoptado un nuevo significado en la vida de todos estos pequeños. Las reacciones de los más jóvenes han sido de lo más variopintas: algunos van con su bicicleta o patinete con una gran sonrisa pegada en la boca. Eso sí, sin separarse de sus padres. Y mientras, los más mayores, vigilan a los niños de cerca con el desinfectante y los guantes en las manos, preparados ante cualquier desastre que los obliguen volver corriendo bajo la protección de sus casas.

Los más pequeños no llegan a entender nada de lo que ocurre, pero sí que intuyen que algo no debe funcionar bien cuando no han salido de casa desde hace mucho tiempo. “Yo le he dicho que hay un bicho fuera”, informa una mujer desde la acera a otra que se encuentra en un balcón. Pero ahora el bicho está a punto de morirse y por ello, pueden salir. Aún así, los más pequeños siguen sin fiarse y lo observan todo con unos grandes ojos cegados por el miedo, sin separarse de sus padres o madres y sin saber muy bien cómo actuar.

Vila-real paseo niños

Los padres y madres han aprovechado para visitar a sus más mayores. Entre las conversaciones se han podido escuchar promesas de prontas quedadas: “Lo celebraremos cuando todo esto acabe”, ha manifestado una mujer a sus mayores. Eso sí, todo a distancia. En algunos casos se ha visto cómo los pequeños charlaban con sus abuelos, quienes estaban en los balcones de sus casas. Los niños les contaban extasiados que habían podido ir a jugar al balón y con su patinete.

“Hay 800 metros desde mi casa hasta la de mis padres y 750 hasta el parque”, ha explicado orgullosa una mujer a otra, quien estaba en su balcón. Esta misma mujer explicaba también que su hija pequeña exigía poder jugar con el tobogán, pero  claro, no podía ser: “Se ha pasado el paseo enfadada”, lamentaba ella.

Almassora paseo niños

La realidad es complicada y las normas no se adaptan a las grandes familias, esas que tienen cuatro o cinco hijos. Por ello, la popular norma de los unos no se ha cumplido con todo el rigor esperado, aunque el gobierno confíe en la responsabilidad de los más mayores. Por la calle se pueden ver familias enteras paseando con carritos: “¿Cómo lo van a controlar?”, se pregunta una mujer con media sonrisa irónica en el rostro.

“Hay una pantalla que nos recuerda el porqué de las medidas”, musita sorprendida Marina, una niña de doce años. La realidad ha superado, en este caso, la ficción y la sorpresa de esta niña se ha magnificado al comprobar cómo las personas se esquivan entre ellas. Una mueca de incredulidad se extiende en su rostro mientras sujeta la correa de su perrita, que también ha aprovechado el paseo. Y mientras, se escucha los quejidos de otro niño, a quien el paseo se le ha hecho demasiado corto.