Pican, pican los mosquitos, a pesar de que el Partido Socialista ya no está al frente de la Generalitat Valenciana, la Diputación de Castellón y el Ayuntamiento de Castelló. Y a pesar de las mentiras y exageraciones vertidas sobre esta materia por la siniestra derecha local entre julio de 2019 y julio de 2023.Aunque, a decir verdad, mucho más pican los vergonzantes pactos del Partido Popular con la ultraderecha, porque como diría el otro García, José María, «ni los concejales ultras podían llegar a más, ni los ayuntamientos de Castelló y Borriana a menos». (Aclaro para millennials y la Generación Z: famoso locutor radiofónico deportivo de gran éxito en los años setenta, ochenta y noventa del siglo pasado).
Personalmente me cuesta entender las razones por las que, sin necesitarlo, Begoña Carrasco ha abierto las puertas del gobierno municipal a un partido abiertamente retrógrado y ultramontano.
Porque creo que podría haber gobernado en minoría ofreciendo consensos razonables a la oposición de izquierdas sobre políticas sociales y de igualdad, rechazo a la violencia de género, defensa de las dos lenguas oficiales y preservación del medio ambiente. Generando complicidades se podrían haber alcanzado acuerdos (con cesiones, naturalmente) hasta para la elaboración de los presupuestos.
Pero Carrasco prefirió echarse al monte y pactar con el partido ultra, asumiendo parte de su delirante programa.
Y claro, luego llegan los problemas, cuando haces concejal de familia a un tal Alberto Vidal y éste arremete en el pleno municipal contra Unicef. Un fino estilista que censura al mencionado organismo «por tratarse de una ONG vinculada a la Agenda 2030 que adoctrina a los niños en el fanatismo del cambio climático».
¿Y ahora qué, señora alcaldesa? ¿Se piensa adherir a las palabras de su deslenguado concejal de familia, las va a desautorizar o va a guardar silencio? (¿Quién calla, otorga?).
El ultra de Borriana
Luego está el concejal ultra de Cultura en Borriana, Jesús Albiol, quien pretende que los niños no puedan acceder en la Biblioteca Municipal a libros sobre diversidad sexual que llevan por título 'La niña que tenía dos papás', 'Kike y las barbies' o 'Ahora me llamo Luisa'. No sé si por sectarismo o falta de información y cultura, o si por todo, se ha permitido el lujo de decir que estos textos son pornográficos.
¿Tanto miedo produce la diversidad sexual al facherío? ¿Será por aquello que cantaba el El Titi de «Libérate, libérate, no vivas más oprimido, busca tu felicidad, que aunque muchos te critiquen, el que lo prueba repite, yo no sé por qué será».