Jorge Fuentes. Embajador de España.
Durante dos años, los gobiernos de Sánchez -el socialista y el social-comunista- han tenido que valerse de unos presupuestos elaborados dos años antes para servir al último gobierno conservador de Rajoy. Una clarísima 'contradictio in terminis'.
Para salir de tal impase, Sánchez ha tenido que incurrir en otras dos graves anomalías:
La primera de ellas es de carácter formal y es que aún teniendo la posibilidad de alcanzar los 176 votos necesarios en el Congreso de los Diputados para aprobar los presupuestos valiéndose del apoyo de Ciudadanos o eventualmente del PP, Sánchez prefirió apoyarse en partidos como ERC, PDCat y Bildu, claramente orientados a romper la Constitución, quebrar la unidad del país y acabar con las instituciones que vertebran nuestra democracia, empezando por la Monarquía.
La segunda anomalía reside en que el contenido de los nuevos presupuestos, de inspiración comunista y separatista aumenta los impuestos en lugar de reducirlos como recomienda una coyuntura económica como la presente y como están haciendo la mayor parte de los países de la UE.
Tal disfuncional medida, empobrecerá al país, aumentará las cifras de desempleo (por encima del 20%), hará crecer el gasto público en lugar de reducirlo y nos llevará a un aumento escandaloso del déficit (11'6%), de la deuda pública (120%) y de la prima de riesgo.
En nuestra vida cotidiana ello conducirá a un empobrecimiento de nuestra sociedad, a la quiebra de cientos de miles de PYMES y quizá también de algunas grandes empresas, a la huida de firmas extranjeras intranquilas con el incierto statu quo legal de nuestro país.
Más grave todavía es que tal sociedad empobrecida, forzada a sumarse a las colas del hambre, nutrirá a grupos clientelares del gobierno que les mantendrá en permanente estado de necesidad y de dependencia a base de sueldos mínimos vitales y demás primas. Un modelo que nada tiene que ver con las democracias de nuestro entorno y sí, con los regímenes bolivarianos que tan catastróficos resultados están dando en países bien conocidos y queridos del otro lado del Atlántico.
Esos son los presupuestos con los que tendremos que manejarnos próximamente. Lo que es peor, si hasta hace poco, los presupuestos tenían una validez anual, ahora ya se da por seguro que con ellos tendremos que aguantar durante el resto de la legislatura, es decir, tres años más.
A menos que antes ocurra algún milagro, que en estos tiempos no suelen darse.