Las autoridades se mezclan con los penitentes en una versión religiosa-laica atípica y desdibujada
La Tornà de la Romería, (parte laica de la tradición) y religiosa (parte penitencial) se fundieron y se confundieron en el atardecer del tercer domingo de Cuaresma. Los horarios se modificaron para adelantarse a la lluvia, pero eso solo lo sabían unos cuantos. La corporación hizo su entrada en el Forn del Pla sin saber por dónde andaba el obispo, el acto de las ‘tres Marías’ hubo de retrasarse hasta que apareció la autoridad eclesiástica. Y el concejal gritaba ¿Quién es el responsable?
Esperanza Molina/ Castellón Información
No ha sido el atardecer de domingo de Cuaresma más tradicional. Varias cosas pesaban sobre el ánimo de la organización, la amenaza de lluvia, y que todo saliera como debía… Pero las cosas se torcieron.
La primera en la frente fue cuando se modificaron los horarios en la Tornà de la Romería, pero de eso solo se enteraron unos cuantos. De esta formal unos llegaron a tiempo a los sitios y otros ni eso.
Aunque el programa marcaba que a las 19:30 entraban los carros engalanados, eran las 19:15 cuando comenzaron a desfilar por la calle San Roque ¡ojo! y eso que llegaban con retraso. A partir de ahí ¡para qué contar!
Los carros engalanados entraron en la ciudad y se vieron bloqueados a mitad del recorrido, muchos de sus ocupantes bajaron y bailaron al son de la música que portaban en los altavoces mientras les despejaban el camino. ¡Vamos todos arriba que tenemos que seguir con el desfile!
El público se agolpaba ya en ‘donde siempre’ en la calle Sant Roc. Con un tiempo como el esperado, mejor verlo todo cuanto antes.
En el Forn del Pla formaban los penitentes bajo la dirección de la Cofradía de la Sangre. Las carrozas de las ‘caigudes’ de la Magdalena, estaban aparcadas en la calle Sanhuja.
Lo que dice la tradición: entran los carros engalanados, tras ellos van los romeros y la parte del clero con la reliquia, las damas de la ciudad y las reinas de Castelló, vestidas de labradoras, y cierra el desfile la Corporación, acompañada por la banda municipal.
Cuando la Corporación llega a la altura del Forn del Pla, la alcaldesa y la reina saludan a las autoridades religiosas y contemplan el acto de las genuflexiones de ‘Las Tres Marías y San Juan'. Posteriormente regresan a la Comitiva y continúan la procesión laica de los romeros por el recorrido acordado, aunque las autoridades se quedan en la tribuna que este año estaba situada en la Plaza de Na Violant D’Hongría. Después va la procesión penitencial.
Lo que sucedió de verdad
Pero en la Romería y la Tornà de este año, todo se ha dado la vuelta.
A principio de la calle Sant Roc esperaban los maceros y los policías municipales con sus trajes de gala, además de la Banda Municipal.
También acudían allí algunos de los políticos que forman la Corporación para formar el desfile.
Por otra parte, las Gaiatas estaban situadas a un lado de la calle Sant Roc, donde no había espacio para que sus comisiones se colocaran junto a ellas. Unos y otros se mezclaron hasta el punto de que hubo un momento que ya no se sabía quien era quien.
Sea como fuere, todo se trastocó.
El resultado fue el siguiente: entraron los carros engalanados con toda su algarabía, y detrás de ellos, los guardias rurales, con sus disparos, Los romeros que volvían de la ermita; las damas de la ciudad y las reinas de Castelló, vestidas de labradoras… y la Corporación Municipal. Pero no estaban todos. ¿Dónde estaba el clero?, el obispo, el portador de la reliquia, no habían llegado al mismo tiempo y nadie se preocupó de ello.
En principio no tenía por qué haber ningún problema ¿O si?
Pues si, lo hubo y gordo. ¿Cómo podía llegar antes la alcaldesa y la reina de las fiestas al acto penitencial donde tenían que acompañar a la autoridad religiosa, que el clero, obispo incluido?
“¿Dónde está el obispo?” Alertó alguien a quien no le sonaban las cuentas…
“El obispo viene detrás con el clero”… le respondieron. Aquello era un desastre y el concejal gritó desde donde estaba “¿Dónde está el responsable que lleva el acto?”
En consecuencia, hubo que correr, buscar al obispo, parar a la Corporación y darle a don Casimiro López el papel que le tocaba.
Y eso, comentaban algunas fuentes, seguramente malintencionadas, que la disputa se arrastraba desde por la mañana, porque la Procesión Cívica también quiso llegar a Santa María antes de que terminara la misa de romeros.
Lo cierto es que, una vez encontrado el obispo, incorporado a la procesión penitencial con el portador de la reliquia, se realizó el acto de las genuflexiones de las tres Marías y San Juan, a los que se les puso un manto en el suelo cada vez que tenían que arrodillarse ante el Cristo de la Sangre, para que no sufrieran más de la cuenta con tanto suelo mojado.
Completado este acto, hubiera tocado que la Corporación siguiera su curso. Tampoco fue así.
La Hermandad Paz y Caridad, como le tocaba, inició la procesión religiosa y fue a buscar los carros de ‘les caigudes’ de la Magdalena, que tenían que incorporarse a la procesión de penitentes. Después desfilaba la Cofradía de Santa Magdalena con su banda de tambores.
Pero tras la Cofradía de Santa Magdalena no desfiló la Cofradía de la Sangre, sino la Corporación y la Banda Municipal de Castelló… ambas lecturas del atardecer del día de la Romería se fundían y se confundían.
Finalmente, desfiló la Cofradía de la Sangre, a la que acompañaba el Colegio Apostólico con los 12 apóstoles, entre los que se encontraba un pelirrojo y muy llamativo presidente de la Diputación, prácticamente irreconocible.