José Vicente Ramón Moreno.
Cualquier actividad humana, sea del tipo que sea, puede resultar repleta de dignidad y de buen hacer o ser una bazofia insufrible. Además soy de los que opinan que lo que hace una persona lo puede hacer otra tan sólo procurando poner todo su empeño en hacerlo bien.
Además, todas aquellas actividades que se realizan atendiendo a otros seres humanos deben venir acompañadas por un talante especial, educación, porte y señorío que sólo se consiguen si ponemos toda nuestra atención en servir y ser útiles a los demás. Y no me entiendan estos conceptos como de sumisión y servilismo que no van por ahí los tiros.
Todo esto viene a colación de un suceso que me ocurrió hace breves días en la terraza de una cafetería que se encuentra en uno de esos ‘ríos’ que cruzan los edificios situados en la parte de atrás de la nueva Comisaría de Policía Nacional.
Esta cafetería está ya, por lo menos, desde hace un par de años y la camarera que nos atendió otro tanto. Cuando se aproximó a nuestro lado con la bandeja, con bastante torpeza por su parte, tiró los dos tercios que llevaba junto a una jarra derramando parte de los mismos sobre el novio de mi hija que, con mucha agilidad, los volvió a poner en pie para no acabar en un mar de cerveza.
La reacción de la camarera, en lugar de disculparse por lo ocurrido e incluso ofrecer el pagar la tintorería (le hubiéramos aceptado las disculpas y por supuesto no lo de la tintorería) arrancó en un ataque de risa diciendo que nunca le había pasado y que le iban a tratar de borracho por el olor que desprendería.
Se pueden imaginar la impotencia y, por qué no decirlo, ‘mala leche’ que se nos puso en el cuerpo. Yo puedo aceptar un error porque, gracias a Dios, yo también los cometo, pero no puedo tolerar la grosería, la vulgaridad y, sobre todo, la falta de profesionalidad.
Creo que si queremos vivir de otras fuentes de riqueza que no sean el azulejo y la construcción, como por ejemplo el turismo, tenemos que procurar que la atención al público sea exquisita y no chabacana.
No he dicho en ningún momento, porque es irrelevante, que la camarera es bajita y sudamericana, pero sí lo comento por si alguno de ustedes tiene la mala suerte de que les atienda para que esté prevenido. Yo sí le pido desde estas líneas que procure enmendarse y ¡profesionalidad, por favor!