Tenía ganas de dar mi opinión al respecto de lo que ha vivido el Villarreal en las últimas semanas, porque lo cierto es que han pasado más cosas que en muchas temporadas de series que sigo habitualmente. La tranquilidad es lo que más se busca, y, otra cosa no, pero tranquilos no hemos estado los aficionados amarillos.
Os cuento mi experiencia personal. El día que muere Llaneza, yo acababa de irme de viaje. En el momento en el que entré en Twitter y vi la noticia del fallecimiento, ya fue un palo bastante gordo, porque, encima, no hacía mucho que había coincidido con él, pero ésa es otra historia. El caso es que ya mi particular desconexión con la rutina empezó de forma extraña. Días después, observé cómo el Submarino sobrevivía a su duelo ante el Almería, como si fuera una prueba que ni las de Hércules en los mitos de la cultura clásica. Pero todavía nos guardaba el destino otro giro de guion de los gordos, ya que, al día siguiente, saltó todo por los aires y se anunció que Unai Emery abandonaba el submarino en mitad del trayecto, y dejaba a todos, y perdón por la expresión, con el culo al aire. Todo eso estando yo fuera de casa, y mi sensación al regresar fue la de “¿qué ha pasado con mi club?” Si es que no se les puede dejar solos, madre mía.
Total, que en estas llega Quique Setién, un señor que vivía alejado del mundanal ruido mediático, prácticamente jubilado, y coge las riendas de un submarino en marcha, con marejada de fondo desde varios frentes, y la afición asistimos, yo diría perplejos, a cómo el modelo construido minuciosamente por el técnico vasco se desmoronaba con cada encuentro que pasaba, hasta el punto de gritar al concluir el encuentro ante el Mallorca el ya famoso “Quique vete ya”. Yo lo escribí en redes, e igual lo hubiera cantado también de haber estado en la grada; no puedo afirmarlo con rotundidad, porque eso hubiera sido una reacción en base al momento en cuestión, pero el caso es que yo formaba parte de la corriente que pedía la cabeza del técnico cántabro. No me escondo, ni me arrepiento de haberme pronunciado así a ese respecto, y creo que la grada obró correctamente, y me explico.
Dudo que él tomara conciencia de dónde estaba hasta que, la semana pasada, tuvieron lugar esas reuniones con los diferentes miembros del organigrama amarillo, incluida esa sesión de vídeo con los jugadores, que duró lo que alguna película de “El Señor de los Anillos”. Que cuatro usuarios de Twitter critiquen cosas que haga la entidad, muchas veces desde diferentes instancias del propio club, así como por parte de algunos medios afines, se desprecia solo por el hecho de escribirlo en esta red social, independientemente de que se fundamente más o menos, y de que tengan razón y el club se equivoque, o viceversa. Pero claro, que te lo canten a la cara es imposible obviarlo, y creo que fue necesario en ese momento, porque, quizá, sin ese paso previo, no hubiesen tenido lugar esas reuniones y las victorias de la semana pasada no se hubieran producido. Pero esto es entrar ya en realidades alternativas y caminos no recorridos.
La cuestión de fondo radica en que, para bien o para mal, ya no somos los mismos que hace diez años cuando ascendimos de vuelta a Primera, porque el factor que lo cambió todo fue la obtención de la Europa League hace un año. Pasamos de ser ese club simpático que a mucha gente le caía bien, que jugaba como nunca y perdía como siempre, a una entidad capaz de alzarse con un trofeo continental merecidamente, y tras muchos años de rondarlo. Cuando traen a Emery, se busca dar ese salto cualitativo. El argumento de que nos hemos acostumbrado a comer caviar y que hay que pensar en que una barra de pan seco de tanto en tanto no viene mal, creo que es caduco y está fuera de lugar. No estoy exigiendo que el Villarreal gane un título cada año, pero sí pelear por un objetivo muy claro: entrar en Europa. Tienen los mimbres para ello, y desde el club se han puesto los medios y la ilusión para ello. Por lo tanto, que ante una racha negativa con Setién al mando, la gente exprese su malestar, no solo me parece de recibo, sino que me alegra, porque demuestra que la grada ya no se conforma con cualquier cosa; quieren ganar, quieren seguir disfrutando, y con este técnico, pues no se había hecho hasta ese punto, y se dudaba seriamente de que se fueran a lograr los objetivos. Las cosas han cambiado, y desde el entorno creo que debería tomarse conciencia de ello.
¿Quiero que siga Setién? Sinceramente, y aun con las últimas victorias, me genera más dudas que certezas. Bien es cierto que el parón del Mundial puede ser clave para que acabe de adaptarse a lo que le rodea y el equipo cambie al regresar la competición nacional, pero el Villarreal gana al Espanyol porque Rulli tiene el día. Todos los aficionados amarillos sabemos de sus virtudes, pero también de sus defectos, y no siempre tiene porqué tener el día inspirado. Pero claro, a ver quién es el valiente que le echa tras dos victorias seguidas, aunque creo que fue más un logro de los jugadores que del técnico, porque la táctica se parecía más a lo que haría Emery que Setién, pero igual es cosa mía.
Para concluir, me gustaría decir, habiendo pasado unas semanas y tras el shock inicial, que me parece (de nuevo, perdón por la expresión) una cerdada lo que ha hecho Emery. Considero que es el mejor técnico de la historia del Villarreal por lo destacado anteriormente, el haber ganado su primer título para la entidad, y la Champions del año siguiente, pero lo cortés no quita lo valiente, y nos ha dejado tirados. Que le vaya bonito, pero ha despreciado a un club y una afición que le teníamos en alta estima; por mucho triunfo obtenido, esa deferencia se la ha pasado por el arco del triunfo, y ese amistoso patético del mes que viene ante su Aston Villa me parece una falta de respeto más. Si se cancela, mejor que mejor. Veremos si es Setién quien dirige ese encuentro o no, pero eso ya se lo dejo al club para que decida; total, solo soy un tuitero más, qué sabré yo.