Se llama Marisa Ribes y es, ante todo, una gran señora. Una mujer que ha trabajado, luchado y peleado por todas las mujeres y por todos los vecinos de su ciudad durante más de cuarenta años.
Era la presidenta de la asociación de Amas de Casa de Castellón cuando José Luís Gimeno confeccionaba su lista electoral y le pedía que formase parte de ella. Y ella aceptó. Llegaba cargada de proyectos, de ilusiones, y, como si fuera una niña pequeña, se llenó de entusiasmo con el proyecto.
Seguramente muchos la vieron como ‘una maruja’ (y benditas sean las marujas de todo el planeta que se han partido la cara por los demás en esta vida). Posiblemente lo fuera, pero también era una luchadora innata que se dejó la piel en los muchos años que trabajó como concejal en el ayuntamiento.
Allí donde cabía mediar, Marisa mediaba. Allá donde había que ser creativo para levantar el comercio, Marisa lo era. Creó el desfile de la moda en Castellón; trabajó con las asociaciones de comerciantes, en la edición de un libro sobre el comercio de la ciudad, en la creación de un premio al comercio tradicional, fue una de las inventoras del ‘Retorno a la ciudad’ en el mes de septiembre.
Las cosas no han cambiado tanto como parece. También entonces el comercio necesitaba un empujón; las mujeres necesitaban apoyos, ayudas, reconocimientos. Necesitaban demostrar que estaban ahí, y Marisa Ribes fue una de las principales defensoras de que aquello fuera posible.
Pido perdón por tantos recuerdos como me vienen a la cabeza… ¡Aquellos tiempos!
…Que los políticos fuertes de su partido en el ayuntamiento convocaban a los periodistas para una cena de Navidad… Marisa Ribes creaba a su vez una cena de mujeres periodistas y políticas de Navidad donde cabían todas las concejalas del ayuntamiento, fueran del partido que fueran. Y esas cenas se celebraban con el mayor de los éxitos.
Luego ya surgieron las cenas, comidas o desayunos de Navidad en los que participaban políticos y políticas. Pero al principio, no era sí.
Y como tantas mujeres, también pasó por situaciones más que difíciles, traumáticas diría yo. Como sucede muchas veces cuando la vida no es lo que parece y muestra su peor cara… Y no se escondió. Levantó la cabeza, con dignidad. Se comió sus lágrimas y pisó duro. Y todos los compañeros de partido, de Corporación, hubieron de reconocerla como la señora que ella.
Tenía a su cargo la Tercera Edad, ¡y vaya si trabajó por el reconocimiento de los más mayores! Por las Aulas de la Tercera Edad, por el Consejo de la Tercera Edad, e incluso, en la defensa de un voluntariado en el que los más mayores ya se situaban como pilar fundamental de una sociedad que comenzó a necesitar de ellos para salir adelante.
Trabajó por la participación ciudadana. Y en este terreno también conseguía lo que muchos hombres en muchos ayuntamientos no eran capaces de lograr… porque Marisa Ribes, además de su infinita dulzura, siempre ha sido una mujer muy inteligente. No, no tenía títulos, ni másteres, ni cursos en el extranjero. Pero tenía una escuela de vida que siempre le ha enseñado a que los mejores éxitos se consiguen con el diálogo, con la buena fe y con las palabras. Por hacer, fue la impulsora de una red de mujeres monoparentales.
En cierta ocasión, encabezó un viaje que realizaron los aviadores del Aeroclub de Castellón a la ciudad de Châtellerault. Francia celebraba el aniversario de su Revolución. Los aviadores de Castellón fueron invitados por los de aquella ciudad, y ella fue la primera en subirse a una de las avionetas que transportó a toda la comitiva hasta Châtellerault, invitados por los compañeros aviadores franceses. Como negociadora y organizadora, no tenía parangón.
Sí, también era mujer de partido. Creía en lo que hacía. Y nunca se le cayeron los anillos cuando llegaba la hora de trabajar cuando llegaban las elecciones.
Si la conocen, si han tenido trato con ella, no podrán más que darme la razón. Es una mujer sensible, con un corazón de oro que ha vivido las mil y una, como muchas mujeres de Castellón. Que también traspasó el techo de cristal, que siempre ha tenido una sonrisa en los labios y que, como concejal, y luego, cuando dejó de serlo, creyó y trabajó por lo que creía, y aún lo sigue haciendo.
A veces pienso que, si Marisa Ribes hubiera nacido en otra época, años después, hubiera sido la líder más indiscutible que cualquier partido hubiera querido fichar.
El premio ‘a la mujer del año’, que creó el Ayuntamiento de Castellón, también fue cosa suya. ¡Y mira por dónde, la mujer que fue capaz de trabajar por la igualdad sin utilizar la ideología como una bandera exclusivista, fue relegada, y no siempre con buenas formas, por quienes se llenan la boca hablando de la mujer ¿De qué mujer? ¿De todas o solo de las que comparten ideología política de izquierda? Mujeres hay muchas y más allá de las siglas de partido las hay que se dejan la piel en el intento.
Cuando las coaliciones de izquierdas tomaron el gobierno del ayuntamiento, intentaron borrar muchas cosas… porque venían de antes… Pero en este caso, el premio a la Mujer del año, lo conservaron, aunque le cambiaron el nombre. Lo llamaron Premio Olimpia.
Creo que Marisa Ribes se merecía este premio, se llame como se llame, desde hace mucho tiempo. A riesgo de que me pongan epítetos, que hay quien siempre te tacha de algo, me hace una enorme ilusión que por fin Marisa Ribes reciba un reconocimiento como se merece.
Su partido ya le dedicó un homenaje en 2021, pero este debe ser un reconocimiento de ciudad, a una mujer que lo ha dado todo y que para mí es una mujer de bandera. Es una gran señora.