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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 16:00

El sector hortofrutícola y el citrícola necesitan repercutir el encarecimiento de sus costes para seguir siendo viables

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En el último IPC de febrero, el grupo de 'frutas frescas' fue de los que menos contribuyó a encarecer la cesta de la compra de los españoles

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Los costes de todos los inputs de la industria de manipulado de frutas y hortalizas  –luz, gasóleo, madera, cartón o plásticos para los envases e incluso salariales, por la reforma laboral y subidas del SMI- se han disparado en el último año. Su crecimiento se ha acelerado, de hecho, desde comienzos de 2022, meses antes de la guerra de Ucrania. El conflicto bélico, además, ha agravado esta dinámica de aumentos sucesivos en los costes, ha generado ya una situación de sobreoferta y terminado de hundir los precios en la UE. Si bien hay partidas de gasto que acumulan aumentos de tres dígitos, como la energía -en más de un 150%- la subida media en el último año para los almacenes de confección se estima que es superior al 30%. width=

La Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex), el Comité de Gestión de Cítricos (CGC) y Cooperativas Agro-alimentarias de España, coinciden en el diagnóstico: el sector sufre un grave problema de competitividad porque no es capaz de trasladar mínimamente a sus precios, ni en España ni en la UE, esta escalada sin precedentes en sus costes.

Efectivamente, en el último dato del IPC de febrero, las frutas frescas (incluidos cítricos) y las legumbres y hortalizas fueron rúbricas que se situaron en la parte más baja de las subidas, con aumentos anuales del 6,2 y el 5,2%, respectivamente. Estos cultivos tuvieron un comportamiento similar al del resto de alimentos no procesados pero a cierta distancia de otros como el café/cacao (7,6%), la leche (8,8%) y, sobre todo, de aceites y grasas (28,1%). De hecho, mientras que la media del índice de los alimentos sin elaboración se situó en un 5%, el de los bienes industriales se disparó hasta el 15,9%, el de los carburantes y combustibles lo hizo un 26,9% y el de los productos energéticos llegó hasta un 44,3%.

En febrero fue la crisis energética la que disparó el IPC hasta el 7,6%, no los alimentos y menos aún las frutas y hortalizas. El indicador adelantado de marzo –que registró un alza anual histórica del 9,8%- se debió también a las subidas disparatadas de la electricidad, los carburantes y, en menor medida, de los alimentos y bebidas no alcohólicas. Las tres organizaciones atribuyen esta última subida a los fallos en el suministro y a las graves alteraciones en la cadena producidas por el largo paro del transporte, que afectaron a la oferta.