María España. Concejal del Grupo Municipal Popular de Castellón
Hace ya dos años que empecé a contemplar atónita lo que jamás imaginé que sucedería en nuestra ciudad, la pérdida total y absoluta de Educación de nuestros gobernantes locales.
Primero, por el abandono de la educación, interpretada como algo conductual. Sin ir más lejos, esta Semana Santa, la vicealcaldesa de Castellón hería sensibilidades de una mayoría social publicando una imagen de Jesucristo crucificado cayendo en el juego del Tetris, y hace dos semanas, la mismísima alcaldesa de Castellón atacaba personalmente a nuestra portavoz, Begoña Carrasco, al verse falta de argumentos para continuar defendiendo la colocación de sus amigos con sueldos estratosféricos, pagados de nuestros bolsillos, en lugar de preocuparse por la ciudad y sus ciudadanos. ¿Pero qué vamos a esperar de aquellos que en su falta de educación cultural pretenden retirar la cruz de los caídos del Parque Ribalta?
El término Educación no abarca sólo una acepción, y si hablamos de ella entendida como el proceso de facilitar el aprendizaje, esta pérdida de significación me preocupa tanto o más que la anterior, porque ahí es donde entrarían la voluntad, la sensibilidad y el trabajo de quienes deben cumplir con esta premisa y no la cumplen, la de facilitar el aprendizaje, la de continuar cuidando de los derechos de los ciudadanos y lo que es peor, de los niños.
Y es que, cual simples reclutas, nuestros gobernantes en Castellón han ido repitiendo aquello de ¡señor, sí señor! a cada ocurrencia del conseller de Educación, Vicent Marçà, que se ha ido sucediendo desde hace un par de años. Pero lo peor de todo, es que esta absoluta sumisión más propia de la disciplina del ejército que de la función que se le supone a un ayuntamiento le está costando muy cara a Castellón, asumiendo competencias que no le corresponden y perdiendo los derechos que sí nos corresponden como miembros de esta Comunidad, por la nula reivindicación de inversión en nuestros centros pagando, una vez más, todos los ciudadanos de nuestro bolsillo, mientras también contribuimos para recibir de nuestra Comunidad las migajas.
Mientras tanto, los centros públicos y concertados se ahogan con la deuda que mantiene la Consellería desde enero, de más de 15.000 euros para los centros con menos unidades y que se duplica o triplica para otros. Y esto, no sólo son números, son personas y facturas sin pagar, facturas de algo tan básico como la alimentación de nuestros alumnos pero, esto parece que ya no les preocupa a los que venían a rescatar personas, ahora les preocupa más utilizar los recursos públicos en otros menesteres como crearse una televisión a medida y seguir su ideario unificador de masas.
¡Sí bwana!, responden nuestros gobernantes al conseller, mientras se fulmina todo aquello que tanto ha costado construir, perdiendo los derechos adquiridos de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos, mientras se suprimen 4 unidades en centros públicos y un concierto de bachillerato en nuestra ciudad, atendiendo únicamente a criterios ideológicos. Mientras tanto, se cataloga a nuestros hijos de básicos gracias al nuevo decreto de chantaje lingüístico y se consienten enfrentamientos de padres y maestros por el cambio de jornada escolar o por el catastrófico xarxa-llibres.
Enseñanza única, pensamiento único y voz única, mientras desde nuestro ayuntamiento se asiente sin fin.
¿Dónde quedaron las promesas? ¿En qué armario guardan las protestas de los padres por la eliminación del distrito único, los programas experimentales, el club de los deberes y el contrato-programa? ¿Y las quejas por xarxa-llibres, el transporte, el decreto de plurilingüismo, las condiciones de las aulas de dos años y el arreglo escolar…? Y tantas y tantas cosas.
Mientras otros guardan en esos mismos armarios las camisetas que lucían detrás de la pancarta, olvidando lo que un día pedían, creando divinidades y dejando que todo pase. El Partido Popular nos continuaremos poniendo la de siempre, la de la Libertad.