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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 15:38

El Siglo de Oro no necesitó subvenciones

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Vicente Javier Más. Doctor en Historia y profesor de Universidad.

Curiosa forma de pensar la del mundo de la Cultura de hoy día: “Sin dinero no hay intelecto”. Claro que, después de los Diez Años Fantásticos que se han vivido en España, es normal que aún no se hayan dado cuenta quienes vivían del cuento que todo ha acabado. Bueno, no se han dado cuenta ellos ni quienes los sostenían con nuestro dinero: los políticos.

Pues no, señores, no. La cultura no depende de las subvenciones. La subcultura sí. Y por eso Castellón, Valencia, Barcelona o Madrid no son capaces de producir nada con cierto valor intelectual o académico. Porque la Cultura, con mayúsculas, es esencialmente libertad. Libertad para opinar, para escribir, para pintar, para pensar. Libertad para exponer, para luchar contra la tiranía de la inmersión lingüística, de la imposición recaudatoria, de la imposición moral, de la imposición progreta, de la imposición azul o de la que Usted quiera. Cultura no es vivir del poder, ni con el poder. Es vivir por la libertad. Ya, ya. Ya lo sé. Libertad es eso que muchos dicen y pocos practican.

Cultura es ingenio, originalidad, voluntad, ilusión, lucha. Y nada de esto surge de la comodidad de la subvención. Y cuidado, que nadie se equivoque. Subvención no es lo que buenamente les llega a las asociaciones culturales pequeñitas, locales, casi casi familiares. Subvención es lo que permite vivir a unos pocos con sueldos de más de 25.000 euros al año. Que poquito, verdad? Pues imagínense Ustedes cuantos viven así.

Al final, hay que reconocer en la cultura la defensa de valores como el esfuerzo y la entrega. Tenemos y somos cientos de personas las que vamos a luchar por nuestra cultura, por nuestra economía, por nuestra sociedad, orgullosos de lo que otros han hecho por nosotros y dispuestos a no dejarnos vencer por la situación actual. Todos nosotros somos cultura y tenemos que luchar por conseguirla, por defender nuestra libertad, por defender nuestras raíces, para que nuestro esfuerzo común y nuestro compromiso nos devuelva una calidad perdida y violada por unos pocos y sus suculentas subvenciones. Todos nosotros somos el pasado y todos nosotros somos el futuro. Aprendamos, pues, de los errores de ese pasado y de esa falsa Cultura y reivindiquemos el valor del intelecto. Por cierto, muchos echaran de menos nombres y más nombres en esta opinión. Otra de las modas de esos Diez Años Fantásticos. No se preocupen Vuesas mercedes, tendrán lo que los demás desean a partir de la próxima semana.