Jorge Fuentes. Embajador de España.
España es uno de los países que más ha contribuidos a enriquecer el acerbo cultural mundial. Sin escritores como Cervantes o Calderón, sin pintores como Goya o Picasso, sin arquitectos como Gaudí o los constructores de catedrales, sin filósofos como Unamuno y Ortega, la civilización occidental simplemente no sería lo que hoy es.
Sin embargo, con ser todo ese legado importante, ninguna contribución cultural de nuestro país es tan relevante como la aportación de nuestro idioma, exportado – como toda nuestra cultura – al continente americano desde Canadá (“Cañada”) hasta el cabo de Hornos. Un idioma hablado por 500 millones de personas y convertido, después del inglés, en la lengua vehicular más importante del planeta.
Pues bien, ese idioma, lengua oficial en más de veinte países, está perdiendo fuelle progresivamente en nuestro país donde cada día se habla menos y se habla peor. En este momento España es el tercer país hispanohablante del mundo después de Méjico y de los Estados Unidos. Si se hiciera un estudio del conocimiento real del idioma, pasaríamos probablemente a ser el quinto después de Colombia y Argentina y de no corregir la tendencia caeríamos aún más bajo.
España ya no es el país dueño del español aunque siempre nos quede la gloria de haberlo creado. Solo representamos un 7 u 8 % de los hispanohablantes del mundo. Es ese 93% restante el que decidirá por dónde avanza nuestro idioma En ellos se habla y se respeta el español mejor que en nuestro país que lo vio nacer.
En España se da una de las anomalías más sorprendentes del mundo y es que hay muchos niños españoles que no estudian ni hablan el español. ¿Pueden ustedes ni remotamente imaginarse que en Francia, en Italia, en Estados Unidos o Inglaterra haya niños que no hablen francés, italiano o inglés? Sería absolutamente impensable. Pues en España ese fenómeno está ocurriendo y no solo con los niños y los adolescentes sino incluso con universitarios incapaces de escribir una página sin incluir docenas de faltas de ortografía.
Aplaudamos el conocimiento de las lenguas regionales que forman parte del legado y la cultura de nuestra patria chica; pero siempre que ese conocimiento no se haga en menoscabo del dominio del español, la bella lengua de nuestro país cuyo uso es indispensable dentro de nuestras fronteras y de gran utilidad fuera de ellas.
De la politización de nuestras lenguas prefiero no hablar ahora porque nos llevaría demasiado lejos. ¡Ja em parlarem!