Penúltimo pleno ordinario en la recta final de la legislatura en Castellón, que tuvo poco que contar hasta que se produjo la tan esperada comparecencia de la alcaldesa, para ‘hablar de casos de corrupción municipal’. Una comparecencia voluntaria, con sus réplicas que, a decir de un concejal (y no de la oposición), solo sirvió “para encabronar a la gente”. Muchos integrantes de candidaturas seguían la sesión en la sala, los iaioflautas reivindicaron derechos, y la oposición ganó una moción del PP.
Con el salón de plenos hasta la bandera, pintado de naranja, los Bomberos pidieron equiparación salarial. Se aprobó una modificación que permitirá conceder algunas licencias urbanísticas, compatible con el nuevo y el antiguo Plan General, y salió adelante un mapa de riesgos por la corrupción, en el que el "y tu más” fue tan desagradable como caótico. Mucho ‘zasca’ en los discursos y poca empatía en el tratamiento de temas como el de Borja, cuya madre pidió de nuevo que consideraran las necesidades de su hijo discapacitado y se fue con las manos vacías.