Los marineros que hicieron famosas a las flotas de Europa se ponían tibios de alcohol a bordo porque escaseaba el agua dulce; y comían lo que podían, o lo que les dejaban, cocinado con agua salada y en las peores condiciones de almacenamiento. Las tripulaciones cristianas, conservaban la comida con los muertos, y las tripulaciones eran ‘cazadas’ en tierra sin ninguna consideración. La cara más bonita estará en Escala a Castelló donde la rica gastronomía del Grao es capaz de borrar esos malos recuerdos.