Tarde de ovaciones que pudo cosechar más triunfos si hubiera habido más acierto con el estoque a la hora de matar
Talavante logró abrir la Puerta Grande de Castellón esta tarde, tras cortar dos orejas al ultimo toro de la tarde. Fue una tarde de ovaciones y aplausos, que se hubiera saldado con más triunfos si hubiera habido más acierto con el estoque. El Juli cortó una oreja en su segundo toro, y Castella, que sustituyó a Roca Rey, una oreja en el quinto de la tarde. Los toros de Garcigrande y Domingo Hernández (el segundo), faltos de fuerza y exigentes en la lidia.
Castellón Información
Corrida de Feria de la Magdalena de Castellón con toros de la Ganadería de Garcigrande para los diestros: El Juli, Castella y Talavante, y de Domingo Hernández, para Castella (el segundo).
Las novedades:
Tal como se había temido, Roca Rey no pudo venir a Castellón, Programado en el cartel de la Magdalena de 2017, la cogida de Andújar le dejó secuelas y su participación en Valencia acabó por minorar su salud y obligarlo a guardar reposo.
En su lugar toreó Castella, que veía de triunfar en la Corrida del viernes con una puerta Grande en Castellón.
La plaza: Llena hasta el reventón. El cartel gustaba y había provocado colas en cuanto las entradas salieron a la venta. Esta tarde quien no llegó con antelación se quedó sin sitio, porque era casi imposible acceder a ninguna parte que no estuviera cerca de las escaleras de los tendidos.
Ovación a la afición catalana
Entre los aficionados que llenaban la plaza, peñas procedentes de múltiples lugares, pero la que no podía faltar era la catalana.
Y así, tras el paseíllo inicial, la plaza estalló en aplausos cuando se lución una bandera de Cataluña y con letras negras: ‘Cataluña taurina’.
Los toros: de la Ganadería de Garcigrande y Domingo Hernández (el segundo). Con un peso medio de 550 Kg, tenían potencia pero eran ‘flojos’. Despistados, difíciles de arrancar, bonitos y bien presentados, pero con un deje de ‘déjame estar’, que no agradó al público. Pero una vez comenzada la lidia fue la mano del torero la que hizo de ellos buenas faenas que arrancaron al público de su asiento.
Primer toro, Tratante, negro, 533 Kg para Manzanares. Bonito, pero despistado e inquieto. Entró al caballo y recibió una primera pica ladeada. El astado empujó con tanta fuerza al caballo contra las tablas que desmontó al picador. Dos varas. Tres pares de banderillas blancas. Entre el público alguien definió al toro como “bonito, flojito y descansao”, porque es lo que parecía. Iba a la suya, no fijaba, y se iba por peteneras. El público pitó.
El Juli lo intentó al principio pero el toro no le dio juego. Le arrancó algunos pases sueltos, no llegó a sonar la música. El público abucheaba al astado y el Juli optó por matar sin ponerle más historia. Estocada ladeada y descabello en el primer intento. Pitidos al toro.
El segundo, Treintaycuatro, negro, 519 Kg de Domingo Hernández para Castella, que se esforzó en el recibimiento con el capote. Como su antecesor, despistado. Entró al caballo con mucha fuerza, y lo arrinconó en el ruedo. Se llevó una vara larga. Castellá pidió el cambio de tercio. Tres pares de banderillas blancas, la última muy aplaudida.
Castella brindó a la plaza y comenzó una buena faena con la muleta. Coreado por el público en cada uno de sus pases ¿Ooolé’, ‘Oooolé’, ‘Oooolé’. Consiguió fijar la atención el toro al que sacó todo el juego que pudo, con pases, con al izquierda y con al derecha. La plaza aplaudió el esfuerzo. Iba a por la oreja, pero la perdió cuando entró a matar. Pinchazo sin soltar la espada y estocada hasta el puño. Un aviso. Descabelló bien. La plaza pidió tímidamente la oreja. El Presidente no la concedió. Aplausos y saludo desde el centro del redondel.
Tercero de la tarde, Ciclón, negro, 581 Kg para Talavante. Un toro muy corredor pero muy pendiente de todo, demasiado para prestar atención a la cita del diestro.
Cuando Talavante lo guiaba hacia el toro, el astado se revolvió, cogida sin incidencias y revolcón para el diestro y para el subalterno que acudió a socorrerle.
Entr a ser el mismo. , y Ciclste a y muy acertada que encantaron a la aficis, Talavante se desquitodo, demasiado, para prestar atenció con fuerza al caballo, tanta que lo empujó y lo arrinconó contra las tablas. Pero dobló manos, y Talavante pidió el cambio de tercio. En el transcurso entre las varas y las banderillas, Talavante se desquitó del revolcón con una serie de pases muy bonitos de ver. Tres pares de banderillas.
En la faena con la muleta, Talavante buscaba el triunfo y comenzó una serie de pases muy bonita y muy acertada que encantó a la afición.
Pero en un momento, el astado, al embestir, perdió el equilibrio y cayó sobre un costado.
El animal se dolía, no podía levantarse. El diestro lo citó, los subalternos tiraron de él, pero costó un tiempo de oro, y Ciclón ya no volvió a ser el mismo. Dolido, agotado, seguía a la muleta y respondía a la cita, pero apenas podía embestir y se movía con torpeza.
Talavante no le pudo pedir más. Entró a matar. Pinchazo y estocada hasta el puño.
El toro, herido de muerte buscó las tablas, Talavante pidió respeto, y el toro dobló.
Cuarto, Guindaleto, negro, 581 Kg para El Juli. Guindaleto tenía su propia iniciativa y fue completamente por libre hasta mitad de la lidia. Se fijaba en todo y acudía solo a lo que él quería.
Tomó fijación con el caballo, entró con ganas y obtuvo una vara prolongada que no le hizo desistir. Al final, el toro seguía y seguía, y el picador optó por levantar la vara y apoyarse con ella en el suelo para soportar los embates del astado. Es más, en el cambio de tercio, Guindaleto todavía buscó la cabalgadura y estuvo más pendiente de la puerta de toriles y de caballos, que de la citación del diestro, los capotes o las banderillas.
Por eso, cuando llegó el primer par, el astado siguió a lo suyo y el banderillero pasó de largo completamente descolocado. Esa no era la suerte ni el encuentro, ni el arte.
Y esto sucedió en más ocasiones.
El Juli lo tenía claro. Después de escuchar al público en su primero, sabía que solo le quedaba una oportunidad y no quería desaprovecharla.
La maestría fue absoluta. Para empezar solo quedaron en la arena él y el toro; y el astado no pudo mas que fijarse en él. Lo citó, lo recibió, lo obligó a mirar, a retornar, le puso la muleta de todas formas y maneras, y cuando el toro se encelaba, todavía se alejaba y le bailaba delante de los morros.
El toro se transformaba y el Juli mostraba su dominio. Mandaba él, y lo dejó muy claro. Y la plaza se vino arriba. El Juli tuvo un dominio absoluto de Guindaleto al que media plaza había deseado al muerte minutos antes.
Fue una faena completa, y podía haber obtenido dos orejas, porque lo merecía. Pero entró a matar y no acertó. Medio estoque, que según los aficionados estaba muy bien situado… pero que requirió descabello. Y aquí logró darle muerte al segundo intento, después de que sonara un aviso. Se le concedió una oreja. De haber acertado con el estoque hubiera salido por al puerta grande.
Quinto, vacilón, colorado, 557 Kg para Castella. Buena planta y con ganas.
Entró sin problemas al toro al que acabó empujando hasta el centro del redondel. También brindó a la plaza.
A lo ‘José Tomás’ hilvanó pases quieto y plantado como un clavo, sosteniendo la muleta a su lado, en alto, por la que el toro pasaba una y otra vez. En algún despiste el toro amagó y tuvo que recomponer la figura. Realizó una buena faena. Mató bien, con una estocada certera y segura. El público se levantó del asiento, pidió oreja y el presidente la concedió después de resistirse. El público insistió el la segunda. Presidencia no accedió. Pitos al presidente.
Sexto, Vicario, negro, 517 KG para Talavante. Se hizo con el toro de principio a fin. Una vara. Tres pares de banderillas con reconocimiento expreso del público para el último.
Si Castella había experimentado con todos los pases, Talavante no dejó camino por recorrer. Plantado como un clavo hizo pasar al toro una y otra vez. En algún momento, Vicario dobló manos. Talavante lo dejó respirar, pero lo justo, porque después hizo lo que quiso y lo hizo bonito. Entusiasmó al público. Y cuando entró a matar acertó a la primera. Una estocada bien plantá en todo lo alto. El toro parecía entero… Talavante pidió respeto. Y el toro dobló fulminado.
El público pidió la oreja. El presidente tardó pero aceptó, pero esta vez la plaza no le dio tregua. Se pedía la segunda y se pedía ¡ya!. Acabó concediéndola. Talavante salía por la Puerta Grande con dos orejas de su último toro.