Parece que este es el sino de los políticos de este país; cada partido se cree en posesión de la verdad o, dicho de otra manera, que nadie nos va a enmendar la plana, que nos bastamos para decidir qué normas o acciones necesita el país, que no hace falta consensuar nada, que nuestras ideas o nuestras medidas son las más adecuadas y las únicas que pueden desfacer los entuertos en los que estamos metidos.
La verdad es que cada vez dudo más de que haya vida inteligente entre el gremio de los políticos; no de todos sino de una parte importante, dela dirigente, sobre todo. Otros se limitan a medrar para que no les quiten dela lista electoral o que no puedan ascender en la escala de la ineficacia. Porque, cada vez más la política se ha convertido en una profesión que les permite poder hablar y actuar, según ellos, con eficacia, sobre cualquier asunto.
Y eso sin haber bajado en muchos casos a la cancha de la economía real, de la actividad económica, bien como empresarios, bien como trabajadores. Son políticos. Y esos son, por desgracia, un peligro cada vez mayor para la ciudadanía, que debe sortear cada día las dificultades de la actividad en la que se mueve. Esos políticos, que tienen buenas palabras para cada caso, pero que las olvidan al momento, que no se implican en casi nada que no les permita ascender y poder dejar su impronta en el municipio, en la provincia, en la comunidad autónoma o en el país.
Cuidado, señores políticos, porque pueden tensarla cuerda de los problemas ciudadanos y hacerles caer en el error de que los políticos son nefastos, que no hacen falta, que un salvador nos librará de ellos. Cuidado con esos políticos que he descrito porque son los peligrosos, porque los buenos políticos, especie cada vez más en peligro de extinción, son necesarios e imprescindibles para acometer los crecientes problemas que nos invaden, porque son los que piensan en el bienestar del ciudadano antes que en el suyo propio. ¿Especie a extinguir? Ojalá que no sea así porque de lo contrario…
El último caso lo tenemos con las medidas para reducir el consumo de energía ante el previsible cierre por Putin del suministro de gas. Cada ciudadano, por la cuenta que le trae, hace meses que está viendo subir sus facturas de gas y de electricidad y está intentando reducirlas en lo que puede. Sabemos que en lo dela electricidad depende de Bruselas para que se cambie la manera de determinar su precio; y en lo del gas, depende delo que haga Putin.
En todo caso el consumo eficiente, que reduzca o elimine el gasto superfluo es muy importante. Bruselas ha recomendado una reducción en el consumo del 15% y el Gobierno ha conseguido para nuestro país que sea del 7%. Y ese Gobierno ha implantado por decreto-ley las primeras normas a seguir; sí o sí. Normas que deben aplicar las Comunidades Autónomas (CCAA) y los municipios.
Uno, ingenuamente, piensa que antes de lanzar al BOE esas restricciones, se ha hablado con los organismos que las han de hacer cumplir y, por supuesto, con los ciudadanos y empresas afectados que las han de aplicar.
Y aquí se aprecia lo dicho en el primer párrafo. Quien emite el Decreto-Ley se cree en posesión dela verdad y sin consultar o intentar consensuar su contenido, lolanza al BOE y, además, con sanciones millonarias.
Y la oposición, bien por invadir sus competencias en el caso de las CCAA o bien por la llamada libertad delos ciudadanos y delas empresas, lo critican, lo cual es asumible, o lo mandan al Tribunal Constitucional en aras de esa mal llamada libertad y sin tener en cuenta que las recomendaciones de Bruselas de restricciones del consumo, se convertirán en obligaciones si Putin cierra el grifo y que todos hemos de ser responsables.
Señores políticos, tanto los del Gobierno como los de la oposición, un poco de inteligencia para que el ciudadano, que va a sufrir los efectos de la crisis energética, de la inflación y de la previsible recesión y pérdida de empleo, no se canse y piense en otro salvador patrio. ¿Y usted qué opina?