Los romeros y el clero representaron las dos caras de una historia que suma identidades en la capital de la Plana
La Torná de la Romeria de les Canyes, carros engalanados, la Procesión de Romeros, y la procesión penitencial con ‘les tres caigudes’ completaron el ciclo del día más importante de las Fiestas de la Magdalena de Castellón, que resumen los 767 años de historia de la ciudad. Tras ellos, el desfile de Gaiatas llenaba de luz las calles de Castellón. Fue un día largo, duro pero pletórico de tradición en la 75 edición de las Fiestas de Castellón.
Esperanza Molina/ Castellón Información
Caía la noche en Castellón; los romeros que salieron a primera hora de la mañana camino del Ermitorio de la Magdalena iniciaron el regreso a la capital de la Plana y hacía su entrada en la ciudad. Llegaban con cierto retraso sobre el programa previsto. Pasaban las ocho de la tarde cuando los carros engalanados comenzaron su recorrido ruidoso y festero por la calle de San Felix y San Roc. La gente ya esperaba a verlos llegar.
Son verdaderas casas andantes que imitan ermitorios, alquerías, casas de labranza o reproducen el antiguo tren de la Panderola de Castellón.
En el Forn del Pla (calle San Roc, la procesión penitencial cobra forma y se prepara. Son los representantes de la Sangre, la más antigua de Castellón; también está Paz y Caridad, conocida también como ‘la de los ajusticiados’, que consolaban a los reos la noche antes de su ajusticiamiento, y la cofradía de María Magdalena. Junto a ellos, la Germadat dels Cavallers de la Conquesta y las bandas de tambores.
Son los que preservan la otra versión e la Romería, la penitencial, la que recuerda las rogativas religiosas que se practicaron para pedir el favor de la divinidad, para acabar con las pestes y las enfermedades.
La calle poco a poco se llenaba de gente, y la algarabía de los carros engalanados apresuraba a los más tardones a coger buen sitio para no perderse detalle.
Porque, lo cierto, es que en apenas una hora se dan cita en un solo espacio más de 767 años de Historia. Castellón rinde tributo a sus raíces.
Tras los carros engalanados son los romeros los que entran ruidos en la ciudad. A pie, con sus gaiatas de mano, con los rollos de pan, y con la sensación de haber completado el tributo a su tradición.
A mitad de la calle formaban los policías de Gala del Ayuntamiento de Castellón, daban la bienvenida a sus autoridades, a la corte de honor de la reina Natalia Palacio, y a la Corporación municipal, que vuelve de la Magdalena.
Es entonces cuando la primera autoridad municipal acompañada por la reina de las fiestas y el obispo de Castellón, que este año también ha completado la Romería se separan del grupo.
En el espacio más pagano, la tradición se para y se congela. Poco más abajo, en el Forn del Pla, los penitentes, las Cofradías, el Cristo y los apóstoles, que proceden de la Cofradía de la Sangre, esperan formados a que lleguen las tres autoridades, el obispo, autoridad eclesiástica; la alcaldesa, autoridad civil; y la reina de las Fiestas, representante de la fiesta y del pueblo de Castellón.
Y frente a ellas se realiza un acto peculiar, son ‘Las tres Marías y San Juán’, son cuatro niños de corta edad que representan a María, la Madre de Jesús, María Magdalena y María Cleofás, madre de los apóstoles Santiago y Juan y San Juan. Realizan las tres genuflexiones, adoración del Cristo de la Cruz, arrodillados en el suelo, bajo la atenta mirada de las autoridades y las cofradías.
Completado este momento mágico, la alcaldesa y la reina de las Fiestas volvieron a la Torná de la Romería, a la Romería popular que retornaba su desfile por la ciudad.
Todos los componentes de la tradición se sumaban ahora en un acto en el que se complementan todas las señas de identidad de la Romería.
Se reanudaba la entrada de los romeros a la ciudad; primero el clero, con sus cañas y los panes que recuerdan a los beneficios que se otorgaban a los huérfanos. Les seguía el portador de la reliquia y el obispo, los cantores de los gozos y los romeros con sus gaiatas de mano y sus rotllos. Les seguían las damas de la Ciudad con la reina de las Fiestas, Natalia Palacio, y cerrabanProcesión Civil los representantes de la Corporación Municipal, al son de la música de fiesta.
Seguidamente se incorporaba la Procesión Penitencial. Los primeros penitentes son de la Cofradía Paz y Caridad (de los ajusticiados), que preceden a los carros triunfales de ‘Les Tres Caigudes’, escenificaciones de la Magdalena que cuentan la historia de la pecadora, su reconversión y su adoración a Jesús en el Sepulcro.
Se incorporaba entonces la Cofradía de María Magdalena, con sus tambores. Por un momento, Castellón tiene la sensación y el sentimiento de la Semana Santa. Y Finalmente, la Cofradía de la Sangre, con la que desfilan los apóstoles, y que cierra el estandarte del cristo Crucificado.
Acto seguido, la fiesta volvía a ser pagana, porque comenzaba el Desfile de Gaiatas, que inundaba de luz las calles de Castellón, se cerraba el círculo de la simbología completa de las fiestas de Castellón.