No podemos llamarnos a engaño; Trump había anunciado en su campaña electoral que en pocos días acabaría con las guerras de Ucrania y Gaza. Nos temíamos que aquellas urgencias podrían encerrar proyectos simplistas que beneficiarían a quienes no lo merecían.
La solución para Gaza, la famosa Riviera, no parece vaya a prosperar puesto que no cuenta con la cooperación de Egipto, de Jordania y por supuesto de los dos millones de gazatíes que pese al caos existente, quieren seguir estando donde siempre estuvieron.
Mucho más sorprendentes e inesperados están resultando los proyectos de paz para Ucrania. Erramos cuando concedimos un cierto margen de autocorrección a Trump moderando sus palabras con sus actos.
En un primer momento, las palabras se van agriando y aplicando a Zelenski los peores insultos: dictador, responsable de una guerra que hubiera podido evitar rindiéndose desde el día uno (!). Le acusó falsamente de no haberse sometido a elecciones democráticas y de tener índices de apoyo popular del 4% cuando en realidad sigue contando con el 52% de aceptación. Le intimidó diciendo que de no moverse rápido se iba a quedar sin país, un lenguaje propio de los bajos fondos.
Naturalmente todos esos insultos tienen una contrapartida que los convierte en elogios para el agresor, el criminal de guerra, el agresor Putin con quien Trump está para repartirse el mundo, contando también con China.
El pobre Zelenski no ha podido responder más que con la acusación de que el Presidente se encuentra sumido en una burbuja de desinformación.
No creo que sea cuestión de información sino de mala fe y de proyectos abyectos de hacer un nuevo reparto del mundo, un nuevo orden que acabe con la ONU, con la OTAN y con la OSCE, dejando a Europa colgando de la brocha.
Egipto, Jordania y Gaza podrán resistir los destrozos que haga Trump en los cuatro años de su mandato. También podrá hacerlo Europa , reordenando sus planes, creando una defensa propia paralela a una OTAN que si bien es cierto domina Washington también lo es que los aliados europeos tienen mucho que decir al margen de los Estados Unidos. No olvidemos que los ejércitos europeos tienen en conjunto un número de efectivos superior al norteamericano y todo consistiría en una mejor coordinación y un presupuesto y reforzamiento armamentistico más depurado.
Europa va a tener que repensar sus cuentas y gastar más, mucho más en seguridad y defensa. Pocos países lo han comprendido así: Polonia gasta en defensa el 5% de su PIB mientras que España sigue en su 1,28% pensando quizá que Moscú esta lejos y Pekín aun más pero sin notar que el norte de Africa está justo a nuestro lado.
O acaso el reconocimiento de Palestina y los elogios a Hamas nacen de una conciencia asustada de esa proximidad. A fin de cuentas la OTAN nunca nos garantizó protección en Ceuta y Melilla.
Está bien que un gobernante se preocupe en primer lugar del bienestar de su propio pueblo pero sin olvidar a todo el resto. America first es OK, pero America only, no; sobre todo si ese país quiere ser una gran potencia. Fue muy feo que Trump quisiera pasar factura a Zelenski por los dineros gastados en la guerra. Eso mismo es lo que hicieron los soviéticos antes de arramblar con nuestro oro.
Con eso y con todo, en la ultimas horas las aguas parecen estar calmándose. La visita de Macron a Washington, la reunión de 19 lideres en Kiev en el tercer aniversario de la guerra, las negociaciones del enviado especial americano a Ucrania y el probable encuentro entre Trump y Zelenski pueden significar el acercamiento a una paz menos injusta.
Y es que Ucrania no puedes permitirse el lujo de esperar cuatro años a que cambie el presidente norteamericano confiando en que el mundo vuelva a la normalidad.