Jorge Fuentes. Embajador de España.
A ver si nos aclaramos. A finales de 2019 apareció un virus en China que pronto se difundió por el mundo entero. No sabemos si el virus nació de un mercado de extraños animales comestibles o si se escapó de un laboratorio de Wuhan. Bueno, también cabe la posibilidad de que brotara de las aguas fecales de algún pueblo de Cataluña a principios del año pasado. Ya sabemos que casi todo, lo bueno y lo malo, arranca de Cataluña.
El hecho es que muchos países del mundo estamos infectados hasta las cejas, vamos por más de medio millón de muertos a escala mundial y 10 millones de contagiados, con el epicentro de la pandemia situado ahora en los Estados Unidos y en diversos países del continente americano.
En los últimos días la Unión Europea anda preparando sus planes de verano y ha tomado decisiones que huelen a chamusquina. Es como si de pronto, las relaciones internacionales hubieran sido diseñadas por una especie de doctor Simón y que hubiéramos olvidado nuestra reciente Historia, la que arranca de mediados del siglo XX y que permitió a Europa, con la indispensable ayuda de los EEUU, convertirse en el principal bloque económico del mundo.
Y ahora esa misma Europa decide que una serie de países -entre ellos China- serán bienvenidos a partir del 1 de julio a tierras comunitarias y que otros países -entre ellos los EEUU- tendrán su acceso prohibido a nuestras fronteras. Wanted!
Estoy seguro de que será una decisión transitoria y que querrá maquillarse con todo tipo de argumentos. Nada que ver con la ideología, ni con la política ni con el comercio. Es solo una cuestión sanitaria.
Puede ser. Pero la cosa no pinta bien. Podrían haberse encontrado otras muchas soluciones. Los países tienen memoria y sería lamentable enlodar una relación que ha sido fundamental para construir nuestra Historia, la Historia de Europa.
