Florencio Roselló afronta esta nueva etapa con “sencillez y humildad” y asegura que su prioridad es “escuchar y tener el espíritu abierto”
El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Casimiro López, ha comparecido este jueves ante los medios de comunicación para anunciar que el mercedario Florencio Roselló, cura de Castellón, será el nuevo arzobispo de Pamplona y Tudela. Una noticia que, tal y como ha revelado el propio Roselló, le llegó por sorpresa “y todavía perdura”.
Y es que, tal y como él mismo subraya, “este es un salto de trampolín”. En este sentido, Roselló explica que la iglesia de Navarra “está muy viva, aglutina mucho clero y tiene una gran organización”, por lo que en esta nueva andadura “voy con sencillez y humildad”. “Quiero ser el arzobispo que la iglesia de Navarra necesita”.
Según revela, le tomó algún tiempo tomar la decisión, para la que fue clave “la reflexión y el acompañamiento”. Ahora encara este nuevo reto “con espíritu abierto, para llenarlo de experiencias” y espera que “la iglesia de Navarra siga siendo en salida, pues actualmente tiene más de 500 misioneros fuera, y que también acoja, especialmente a los pobres, que me gustaría que sintiesen la iglesia como su casa”.
Pese a este cambio, Roselló, que será ordenado el próximo 27 de enero en la catedral de Pamplona, ha manifestado que “en la historia de mi vida, Castellón tendrá la portada de mi libro”.
Roselló trabajaba hasta este momento como capellán del cárcel de Castellón, ocupación que compatibiliza con la dirección del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española, junto al cardenal José Cobo, del que dependen los cerca de 100 centros de acogida de la Iglesia para presos con permisos. Lidera una red de más de 160 capellanes y 2.500 voluntarios que tiene presencia en todas las prisiones españolas. Tiene 60 años, de ellos 36 como sacerdote, y es natural de Alcorisa, provincia de Teruel, diócesis cuyo obispo es monseñor José Antonio Satué.