Los trabajadores, que no estaban dados de alta, dormían y vivían en el local: "hacía lo máximo, casi no comía y acababa reventado"
A.K.Herrando/Castellón Información
La fiscalía pedía una condena de dos años y multa de 12 meses con cuota diaria de 10 euros y costas para los propietarios de un lavadero en Vila-real por un delito contra los derechos de los trabajadores. Finalmente, el juzgado de instrucción n.º 2 de Vila-real ha dictado una condena de un año y multa de ocho meses con cuota diaria de seis euros, con cuatro meses de privación de libertad en caso de impago y además, se les imponen las costas. Aun así, la sentencia no es firme pues cabe recurso de apelación.
Los hechos se produjeron el pasado 9 de noviembre de 2018 cuando a las 9:30 h, miembros de la Unidad contra las redes de inmigración ilegal y falsedad documental de la Policía Nacional de Castellón (U.C.R.I.F.) y de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social realizaron una visita de inspección conjunta al lavadero, donde uno de los propietarios tenía antecedentes penales por delito de coacciones.
En el momento de la inspección, se encontraban en el lugar, uno de los trabajadores en situación irregular en el país que no estaba dado de alta en la seguridad social y que, además, vivía en el local. Otro de los empleados, se dio a la fuga fuga al conocer la inspección. El tercero de ellos, estaba dado de alta desde el 7 de noviembre y por último, la menor de 17 años fue dada de alta el mismo día de la inspección. Ambos trabajaban en el lavadero en torno a un mes antes.
Los acusados, un hombre y una mujer, se aprovechaban de la falta de recursos económicos de estas personas, y aunque habíaN sido contratados a tiempo parcial por veinte horas semanales, trabajaban de lunes a sábado desde la apertura del establecimiento a las 8 de la mañana hasta su cierre, sobre las 20 o 21 horas de la noche, incluso algunos días hasta las 00:00 h. Casi sin comer, si el trabajo no se lo permitía, siendo su retribución la tercera parte del precio del lavado de los vehículos, que no alcanzaba el salario mínimo interprofesional.
Uno de los trabajadores asegura que les abrían a las 7 de la mañana y los cuatro estaban allí todos los días, tenían abajo un cuartito y arriba una litera y señalan: "dejamos el trabajo porque nos estábamos matando a trabajar" y añade que sus jefes les dijeron que no dijesen que dormían allí. Otro de ellos señala: "hacía lo máximo, casi no comía y acababa reventado".