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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Las Monarquías entre izquierdas y derechas

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Alejandro Moreno Sandoval. Portavoz del Grupo Municipal de EUPV de Vila-real. Octavo teniente alcalde y concejal de Cooperación Solidaridad e Integración.

Parece ser que a pesar del paso de los siglos, el ser monárquico y defender el poder de las monarquías o no, implica ponerte del lado derecho o del lado izquierdo.  Según nos cuentan en la historia, el origen de la ubicación en alguna de esas dos tendencias,  izquierda o derecha, viene dado por el lugar físico, que ocupaba un grupo en un parlamento allá por los años del 1789, donde del lado derecho colocaron a los que defendían a la monarquía francesa y del lado izquierdo la cuestionaban.  Si nos damos cuenta  han pasado dos largos siglos y en el parlamento español hay una distribución de izquierda a derecha en el mismo sentido, lo que no quiere decir que todo el que este del lado izquierdo cuestione ya entrados en el siglo XXI la existencia de una monarquía. Pero, ¿implica esto ser de izquierdas o de derechas?  Estar ubicado  en uno de los dos costados del presidente de una cámara te justifica a decir “yo soy de izquierdas” o “de derechas”.

Asumir u otorgar alguna de estas categorías se han ido definiendo históricamente. Unos y unas se van colocando en la tendencia de mejorar las condiciones de vida, superar las contradicciones sociales, mejorar la vida democrática, darles la palabra y las decisiones a los ciudadanos,  humanizar las relaciones sociales, por ejemplo. Mientras que otros y otras  son  las que se mantienen en el rancio poder autoritario de clanes y familias encumbradas en el autoritarismo, sometiendo siglos y siglos a pueblos enteros, familias y grupos de poder económico que  utilizando ejércitos enteros y el avance de recursos del desarrollo tecnológico, ejercen y aplican su poder en cada una de las épocas pasadas y presentes. Por lo menos se de buenas fuentes y de buena experiencia que aquellos que se imponen  por la fuerza y  someten a los pueblos, son los que conservan el estado de las cosas  y  por tanto se colocan en la parte derecha, la parte que no facilita la democracia pero que se autoproclama demócrata, los que enarbolan banderas electoralistas pero imponen sus intereses y no los del colectivo general. Mientras tanto al otro lado, aquellos que han luchado por liberar pueblos enteros, por dotar de competencias y capacidades, de transformación, de autogestión, de liberalización de sociedades, son quienes han sido siempre de izquierda, no quienes en un parlamento han debatido desde el lado izquierdo, no, sino a los que han impedido llegar a debatir desde el lado izquierdo, les han cerrado el espacio izquierdo de ese parlamento y las puertas de los parlamentos para  llegar a debatir in situ la visión de una verdadera izquierda en la sociedad.

Hoy en el presente, tenemos esa radiografía de quienes se autoproclaman garantes de la democracia y se dividen los parlamentos en la izquierda y la derecha, ambos dos han tenido que utilizar el argumento de decir que, bueno, ni de izquierdas ni de derechas, aplicaremos políticas de centro, una tendencia en donde se han apuntado otros y otras más. “Ni de izquierdas ni de derechas”, lo que en verdad suena a engaño. Lo peor de todo es que quien hace políticas en la calle dentro de los movimientos sociales, que se situarían del lado izquierdo, por sus críticas al sistema, y al orden antidemocrático establecido, digan que no son de izquierdas ni de derechas. Esto es triste, porque demuestra la incultura sobre la política que la humanidad ha construido y por la que ha  transcurrido. El cambio social está identificado en la izquierda. Si algún grupo de la izquierda llega al poder e inmoviliza el cambio, automáticamente se coloca al lado de la derecha. Deja de ser izquierda y se convierte en derecha. De esos ha habido y los siguen habiendo. Hemos sido testigos ahora de cómo se perpetúa a través de un parlamento una monarquía (parlamentaria). Con políticas de derechas, de conservación de las “tradiciones”, sin cambios sociales y democráticos significativos, que liberen la posibilidad de que un pueblo elija un jefe de estado, se ha prolongado por consanguinidad la designación del dictador. Por qué no se abre la posibilidad de poder conocer en realidad lo que la gente quiera o no quiera?.  En realidad “queremos” en la era de las nuevas tecnologías reinados y reinos que se  mezclan entre lo real y lo virtual en este siglo XXI?

Concluyendo, hace falta seguir insistiendo que la izquierda no es la que se coloca en un parlamento a hacer políticas conservadoras y de intereses a grupos de poder económico que mantienen el sistema de opresión a la clase trabajadora. La izquierda será en los parlamentos la que asuma esos cambios permanentes al desarrollo humano y social, en la defensa de sus derechos, en la protección y en su bienestar, en su armonía  de vida con la naturaleza, en el cambio y la transformación propia desde los valores colectivos, que serán siempre un cambio y una tendencia hacia la transformación. La izquierda no es una etiqueta que se ponga a una organización, es una actitud revolucionaria, de cambios profundos para los sistemas que no garantizan el todo para todos. Por eso, los que queramos  esa izquierda, tenemos la obligación de continuar con el trabajo desde abajo, con la gente, construyendo ese poder del pueblo, #ElPoderDeLaGente  porque solo el pueblo salva al pueblo.