Luis Andrés Cisneros. Coordinado Medios de Comunicación Vox Castellón.
Un capricho, según definición académica, es una determinación que se toma arbitrariamente, inspirada por un antojo, por humor o por deleite en lo extravagante y original. Y si, además, añadimos la prescindible necesidad de la determinación nos encontramos ante un verdadero capricho.
Todo esto viene a cuento por el empecinamiento de los políticos de nuestra Comunidad, de querer reabrir, a toda costa y sin reparar en gastos, el ente público RTVV, más conocido como Canal 9.Es curioso que, en este punto, todos los partidos alcanzan un consenso rápido y casi unánime (como si se tratara de los sueldos de los distintos cargos públicos).
Por otra parte, todos, y en esto hasta se puede estar de acuerdo con ellos, están demandando una mayor financiación, porque en la situación actual a duras penas les llega para atender las necesidades más precarias, tanto a nivel autonómico, como provincial y local. Es decir hay retrasos en pagos en materia de sanidad, la dependencia, ayudas al desempleado y un largo etcétera de necesidades perentorias.
Pero no, no tenemos un duro, y queremos reabrir un Ente que, con la excusa más que peregrina de defender nuestras señas de identidad, lo que se quiere es disfrutar de un órgano de comunicación al servicio del partido en el poder en cada momento y que sirve para repartir prebendas a diestro y siniestro.
Recordemos que el déficit de RTVV está en torno a los 1.300 millones de Euros cuando se procedió a su cierre y que el presupuesto anual era también astronómico. Ahora yo me pregunto, ¿Sólo con el déficit, cuantas cosas se podrían hacer para defender las señas de identidad y la cultura de nuestra tierra? He llegado a escuchar lindezas tales como que al habitante de Fredes le gusta ver en la televisión si ha nevado en su pueblo, pero eso, ¿le importa al vecino de Orihuela?
Para cubrir las noticias más cercanas a nosotros se pueden hacer varias cosas. Por ejemplo, apoyar a las Televisiones Locales con programas de ayuda tendentes a la preservación de las señas de identidad y, asimismo estimular a entes privados para que puedan desarrollar su labor empresarial en el ámbito de la comunicación audiovisual.
Ahora vendrá la tan manida defensa de los trabajadores. Que sí, que tienen todo el derecho del mundo a trabajar, pero si las ayudas se hicieran a las empresas y las televisiones locales, estoy seguro que la gran mayoría de ellos estaría trabajando. Recordemos que, en su última etapa RTVV tenía más trabajadores que Antena3 y Telecinco y la cobertura de esas dos empresas es a nivel nacional.
Los caprichos son para cuando te los puedes permitir y, sobre todo, nuestros gobernantes tienen que velar por atender las necesidades más perentorias de los valencianos y dejar para otros momentos el dominio férreo de los medios de comunicación. Dame primero pan y luego tele.