Enrique Domínguez. Economista.
Por fin, después de once años, llega el AVE a la provincia de Castellón. Para hablar con propiedad, yo prefiero decir que es la alta velocidad lo que ha llegado a la provincia y de manera cariñosa (no exenta de su dosis de ironía) prefiero decir que lo que nos ha llegado es el AVECILLA.
¿Y saben por qué? Porque Castellón es la única provincia de España en la que la alta velocidad no llega por su vía específica; porque, en Castellón solo puede alcanzar los doscientos kilómetros por hora y en las restantes provincias los 350 Kms/h; porque la vía por la que llega la alta velocidad es compartida con los trenes de cercanías, regionales, de larga distancia y de mercancías; y porque va por una vía de ancho ibérico a la que se ha adaptado el tercer hilo que la convierte en ancho internacional. Por todo eso para mí lo que llega a Castellón no es AVE, aunque su locomotora sí lo sea.
Seguramente habrá leído o escuchado las loas que políticos (del partido en el gobierno, claro) han escrito o dicho; entre otras, que gracias a ellos Castellón ya cuenta con la alta velocidad, que va a marcar un antes y un después para la provincia, que va a ser un factor imprescindible para el fomento del turismo, que a pesar de la crisis económica ellos buscaron la financiación para poder poner en marcha la llegada de la alta velocidad y aprobaron la instalación del tercer hilo (aunque no se dice por qué tuvieron que buscar debajo de las piedras esa financiación).
Que, al fin y al cabo, es mejor tener esto que nada; que ya tienen en estudio un AVE para viajeros y mercancías por vías específicas que estará en obras hacia 2020 o 2021; que también ellos creen que el Corredor del Mediterráneo es fundamental para Castellón y, por eso, ya está licitado el estudio del trayecto Castellón-Tarragona con ancho internacional en las dos vías (pero no se dice que van a soportar todo tipo de tráfico por las mismas y que los empresarios reclaman dos vías específicas, para viajeros y para mercancías).
También las asociaciones relacionadas con la actividad turística, la Cámara de Comercio o Ascer han alabado la llegada de la alta velocidad y su papel decisivo, en mayor o menor grado, para su crecimiento futuro.
Concedamos a los políticos su minuto de gloria y a las asociaciones y entidades empresariales su opinión políticamente correcta. Pero, ¿y ahora qué?
Ya tenemos la alta velocidad. Pero, ¿creen ustedes que por llegar media hora antes a Castellón va a aumentar significativamente la afluencia de visitantes o profesionales a la provincia? ¿Continuará la venta al mismo nivel tras la compra masiva de billetes a bajos precios? ¿Llegarán los trenes llenos a Castellón? ¿El análisis coste-beneficio de la inversión será positivo?
El aeropuerto ha mejorado sus expectativas de crecimiento y de viajeros; la alta velocidad lo tendrá que demostrar. Pero ambas infraestructuras seguirán desaprovechadas si el visitante potencial no tiene motivos por los que desplazarse a Castellón. Y no creo que llegar media hora antes sea un motivo porque si va a Peñíscola u Oropesa, por ejemplo, tendrá que coger un tren regional, o de cercanías cuando comience a funcionar, un autobús, un taxi o alquilar un vehículo.
Esas dos infraestructuras precisan que los motivos para desplazarse a Castellón estén perfectamente organizados en productos turísticos, coordinados, actualizados y ofertados aprovechando las nuevas tecnologías, y no como ahora promocionando cada localidad lo suyo y desaprovechando las sinergias de la actuación conjunta.
Por tanto, me parece bien que haya llegado la alta velocidad pero creo que falta mucho para aprovecharla en todo lo que ella pueda aportar. ¿Qué opinan ustedes?